Si bien la intencionalidad de un jugador cuando comete falta a otro solo la sabe el que ejecuta la acción, lo que es un hecho empírico es la consecuencia que un foul grave puede llegar a tener en el afectado.
La doble fractura de tibia y peroné que sufrió el exdefensor de Universidad de Chile Eugenio Queno Mena, luego de que la pierna derecha en barrida frontal de Raimundo Rebolledo impactara violentamente el tobillo del actual jugador de Universidad Católica, solo fue castigada con dos partidos de suspensión.
El Tribunal de Penalidades del fútbol chileno estimó, en consecuencia, que Rebolledo no habría actuado de mala fe y que la resultante de la lesión fue consecuencia de la vehemencia, pero también del infortunio.
Afortunadamente, Queno Mena, uno de los miembros del plantel de la U que dio la vuelta olímpica en la Copa Sudamericana de 2011, no sufrió desplazamiento ni astillamiento óseo, lo que dentro de la gravísima lesión, era uno de los escenarios menos complejos para una rehabilitación que, de todas maneras, podría alcanzar cerca de un año.