Una de las grandes interrogantes del partido era saber si Mauricio Pellegrino conservaría su puesto en el mando técnico de Universidad de Chile. Al término del Superclásico, la decisión directiva parece ser una sola: el entrenador argentino se queda.
Varios son los factores que parecen definir la continuidad. La primera es práctica: a esta altura del año, cuesta encontrar a alguien que reemplace a Pellegrino, se haga cargo de un plantel ya estructurado y consiga el objetivo de alcanzar un cupo en algún torneo internacional.
Otra variable de análisis es la económica. Desprenderse de un técnico y pagarle la indemnización significa un desembolso que, en la práctica, podría costar lo mismo que un refuerzo o que un buen porcentaje de algún nuevo técnico que se haga cargo en la próxima temporada, si es que no se le renueva a Pellegrino.
Un elemento que también prima es que no se perdió con Colo Colo, y que la presión externa si bien sigue alta, ya no es insoportable. Una derrota en el Superclásico habría representado la salida automática del entrenador, si es que él no dimitía. El 1-1 se dio en circunstancias que demostraron que la U fue capaz de reaccionar a un gol en contra y, no como en otros partidos, salió rápidamente a revertir el marcador en contra.
El mejor rendimiento en la etapa final, donde fue superior al elenco albo, también dejó un mejor gusto de boca en la interna dirigencial, en la expectativa de lo que resta del torneo.