El Polideportivo de Colina se tiño de azul y rojo. Las gradas estaban repletas. No es un estadio de fútbol, pero había asistencia completa en un reducto que se transformó en una caldera para ver la final del Campeonato Nacional de Futsal Femenino entre Universidad de Chile frente a Deportes Recoleta.
Los hinchas estudiantiles que arribaron a la comuna no son de finales, son aquellos que estuvieron toda la campaña. ¿Cómo saberlo? Las entradas eran para los familiares de las jugadoras y la gente que es parte del Círculo de Amigos y Amigas del Futsal, socios que cada mes aportan con una cuota para solventar una rama que está en el limbo de la institución.
Y es que si bien los planteles del fútbol sala, masculino y femenino, defienden los colores del club bajo el nombre de la institución, es una rama que está a la deriva, donde todos se tiran la pelota. Mientras Azul Azul esgrime que solo tiene los derechos del fútbol (masculino, femenino y formativo), la casa de estudio señala que no pueden hacer nada, porque es una rama futbolística.
Autogestión con apoyo de hinchas
Nadie se hace cargo, por lo que la autogestión y el apoyo de los forofos azules ha resultado fundamental para darle vida a estos equipos. Todos los implementos comprados para entrenar, las colaciones y bebestibles van de la mano con dinero aportado por los hinchas laicos.
Hace un tiempo, se inició una campaña para acaparar socios que deseen apoyarlos, creando el Círculo de Amigos y Amigas del Futsal, buscando así mejores condiciones para los deportistas que defienden la U roja en el pecho.
Los equipos también tienen el auspicio de empresas o pymes que colaboran para financiar la rama. Lo destacable es que se trata de emprendimientos de fanáticos universitarios que desean ser parte del crecimiento de las jugadoras y jugadores.
Una frase que se repite a menudo es “hacer club”, palabras que se destacan, refuerzan y consolidan como una forma de involucrar a los hinchas con Universidad de Chile.
Jugar por amor a la U
El Futsal no es nuevo para el Romántico Viajero, pero sí la categoría femenina. Hace unos años, existía un equipo que estaba compuesta básicamente por jugadoras del plantel profesional de la U, en aquellos tiempos donde el fútbol femenino no tenía la visibilidad y apoyo de hoy. Nicole Fajre, Bárbara Sánchez, Denisse Orellana y Yessenia López alguna vez disputaron estos torneos.
Sin embargo, la serie se extinguió y no volvió hasta inicios del 2022, cuando el entrenador Matías Romero impulsó la iniciativa de que el Bulla tuviera su rama femenina. Ahí se empieza a cimentar el camino. Se hizo prueba de jugadoras, se organizó un buen equipo y empezó el desafío.
Normalmente, Universidad de Chile femenino entrena cuatro días a la semana, un día dedicado a lo físico y el resto a la cancha. Gimnasios, colegios y canchas de barrio son los lugares para practicar.
Aquí nadie gana dinero, netamente es por defender al club. Aún así, se ha logrado hacer un equipo multidisciplinario que cuenta con psicólogo, preparadores y un equipo de gestión y coordinación.
Un ejemplo de ello es la final disputada en Colina. Es un lugar lejano y existe una organización para que todas las jugadoras lleguen sin problemas. Se consiguen movilización y se acomodan en los vehículos para que todas lleguen y se vayan sin tener que vivir complicaciones.
El paso del título
La U femenina de futsal llegaba a este Torneo de Clausura con la corona del Apertura bajo el brazo. El objetivo era uno: Ser bicampeonas y obtener un pasaje directo a Copa Libertadores de 2024, donde Chile solo tiene un cupo para asistir.
Por lo mismo, había que renovarse en el éxito y reforzar las piezas. El gran golpe se dio de inmediato. Las seleccionadas chilenas Génesis Fonseca y Vilma Ruíz arribaron desde el poderoso Deportes Valdivia, club que desapareció tras la finalización del torneo pasado.
A todo esto, se sumó una nueva regla para el campeonato: Tener en cancha siempre a una jugadora Sub-20. Por lo que se fichó a Eskarleth Bonta y Mariana Palleres, ambas provenientes de Deportes Recoleta y que resultaron fundamentales en esta campaña.
La U llegó a la final con siete victorias y un empate (precisamente contra Recoleta). Fue un equipo contundente durante todo el torneo y en las fases finales terminó barriendo 6 a 1 a Fernández Vial y derrotando por 4 a 1 a Audax Italiano.
Con la misma ayuda de los hinchas, específicamente el medio partidario RincondelBulla, el Romántico Viajero pudo transmitir en gran calidad cada encuentro y el duelo decisivo no fue la excepción, donde más de 200 personas llegaron a estar conectadas viendo el encuentro.
Los nerviosismos fueron opacados por las ganas de levantar una nueva copa. El camino a la corona lo iniciaron tres de las refuerzos: Vilma Ruíz, Mariana Palleres y Eskarleth Bonta anotaron los primeros goles. Posteriormente, Mariel Padilla por dos, la capitana María José Jaqueih y Emily Muñoz cerraron el 7 a 1 para coronarse campeón.
La celebración comenzó en la cancha y, sorpresivamente, aparecieron camisetas con dos estrellas y las palabras “bicampeonas del futsal”, junto a una insignia del chucho en la espalda formado con los nombres del cuerpo técnico y jugadoras. La gente que estuvo presente cuenta que hubo emoción por el detalle, el cual fue obsequiado precisamente por hinchas estudiantiles.
Al momento de levantar el trofeo, las jugadoras llevaron la copa del primer semestre para demostrar que son las súper campeonas del fútbol chileno. María José Jaqueih alzó el nuevo galardón y la portera Florencia Pérez el del Apertura.
Sin embargo, esto no acabó ahí, se tenía preparada otra sorpresa. En el lugar, se montó un pequeño estudio con un telón azul para que el plantel se fotografiara con las copas y sus medallas. Postales que quedarán para siempre.
El público se retiró del Polideportivo de Colina celebrando y emborrachados de felicidad. Universidad de Chile femenina futsal se coronó campeón con fútbol, trabajo, sacrificio y el cliché, pero nada equivocado, “amor por los colores”.