Unas vacaciones diferentes tuvo Claudia Gabriela Herrera durante este verano. La oriunda de Valparaíso se dedicó a estar junto a su familia en la ciudad puerto para mentalizarse en el desafío más grande de su carrera: Vestir los colores de Universidad de Chile.
Luego de una temporada 2023 de ensueño, donde se ganó citaciones a la Selección Chilena gracias a su gran rendimiento con Palestino, el Romántico Viajero caminó unos metros en La Cisterna para ir en búsqueda de su fichaje y reforzar la zona medial del campo de juego.
Gabi vive su tercer año en Santiago y su natal Valparaíso es su lugar de distracción. No es mucho de salir de su casa en Playa Ancha, pero sí, de vez en cuando, camina con sus seres queridos por la costa para ver el mar desde la playa Las Torpederas.
“Mi lugar favorito es mi casa, que tiene vista hacia el mar. Me encanta estar ahí, llego y no salgo a ningún lado”, cuenta en conversación mano a mano con Soy Azul.
¿Cómo es para ti vivir lejos de tu ciudad?
Es difícil estar lejos y no ver a la familia. Un día tengo un mal partido o un mal entrenamiento, y necesitas el abrazo de papá, mamá o mis hermanos. Ha sido difícil, pero de a poco uno se va adaptando y el complemento con las compañeras se es más ameno.
Dedicada 100% al fútbol femenino
La nueva volante de las Leonas relata que tuvo un gran recibimiento de los hinchas azules, quienes ya le escribían hasta antes de firmar con el club. “Primero fueron los rumores, empezaron a llegar mensajes, a subir los seguidores y cuando se hizo oficial, mucha gente me escribió y traté de contestar lo que más pude. Ha sido muy lindo el recibimiento de la gente”, confiesa la futbolista de 26 años.
¿Cómo se dio la llegada a la U?
Por el trabajo hecho con Palestino me tuvieron en vista con el entrenador anterior y el preparador físico, Rodrigo Villaseca. Se dio de a poco y con las conversaciones me fui acercando más hasta que se cerró el compromiso con Universidad de Chile.
Prácticamente cruzaste la calle para arriba de Palestino a la U. ¿Has notado los cambios?
Al principio fue difícil la adaptación a lo físico. El año pasado no me dedicaba al 100% a jugar, sino que estudiaba, entrenaba y trabajaba para complementar. Hoy no es así, me dedico a entrenar y el rendimiento físico sí ha mejorado mucho y lo táctico también.
¿Qué cosas hacías el año pasado?
Estudio Ingeniería en Prevención de Riesgo y el año pasado complementaba con trabajo, hacía de todo un poco: de Uber, de niñera… Lo que saliera y que me pudiera complementar con los horarios.
¿Qué te pide el entrenador? Eres una jugadora que destacó por ser muy aguerrida y que va mucho a la lucha
Eso mismo me pide, que no pierda mi esencia. Ahora estoy adaptándome al estilo de juego, porque en Palestino debía tener mayor protagonismo y acá el protagonismo lo tenemos todas como equipo. Por ese lado se me ha hecho más fácil”.